lunes, 1 de junio de 2015

Porfirio Barba Jacob


Fue un conocido poeta oriundo de Colombia, nacido en Santa Rosa de Osos en el año 1883 y fallecido en Ciudad de México en 1942. Se conoce que fue criado por sus abuelos y que cuando tenía tan sólo 12 años de edad comenzó un viaje por distintos puntos de su país y, una década más tarde, llegó hasta Norteamérica. 

En medio de esta larga y particular travesía, fue fundador de un diario de interés cultural llamado "El Cancionero Antioqueño", del cual fue asimismo director. 

Como otros escritores, no escondió su homosexualidad, aunque esto le trajo consecuencias negativas en varias ocasiones; un ejemplo fue la censura de su primera novela, la cual jamás se publicó. A lo largo de su vida, este autor adoptó diversos seudónimos, siendo el presentado en esta biografía el que mantuvo por más tiempo; otros de ellos fueron Marín Jiménez y Ricardo Arenales.


Su obra es el reflejo de su vida: apasionada y nostálgica, en constante movimiento. Entre sus libros publicados encontramos "Campiña Florida", "Canciones y Elegías" y "Rosas negras". Para conocer su peculiar estilo poético, contamos con una selección con títulos como "Canción de la vida profunda

El hombre es una cosa vana, variable y ondeante...

MONTAIGNE

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.

Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!


Fuente:http://www.poemas-del-alma.com/porfirio-barba-jacob-el-corazon-rebosante.htm 


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