viernes, 12 de octubre de 2012

LA CASA DE RESFA No 5: Poemas de la vida, Carlos Mario Garcés Toro...

 
LA CASA DE RESFA
 
Poemas de la vida




ELENA LA BOQUECHUPO

 

 
Todos me buscaban para que me tragara su semen.

 

Yo era gorda y fea.

De mí se reían con burlas y bromas.

 

Nadie sabía que yo sufría,

ni que odiaba mi imagen en el espejo.

 

Por eso cada noche me suicidaba poco a poco

con mezcla de pastillas y alcohol,

hasta la madrugada en que encontraron mi cadáver.

 

Con mi boca de mamona le había dado la vuelta a la muerte.

 


 
DOÑA RESFA
 
 
Pasé por el mismo camino
por donde tuvieron que pasar
las muchachas del negocio,
hasta que llegué a Bandera Roja,
la cantina de Manuel Villa en Envigado,
quien no tardó en hacerme su mujer,
y me enseñó los secretos del negocio.
 
Cuando nos separamos,
él mismo me prestó el dinero y las mujeres,
y monté el negocio en el centro.
Después nos pasamos al callejón de Inextra,
a los pies de El Poblado (el barrio de los ricos),
aunque debo anotar que la famosa casa de Marta Pintuco
primero fue mía.
 



Alicia y Rocío,



mis hijas mellizas,

me remplazaron años después.

 

Poco antes de morir supe

que habían escrito sobre mi vida

en una Historia de la prostitución en Antioquia.

 

Pero no tuvieron la agudeza de escribir

que esta ciudad me debe más que a cualquier político mojigato,

cuya estatua cagan las palomas

en algún rincón de Medellín.

 

Porque si los artistas venden emociones abstractas,

las prostitutas brindan fantasías

que alegran el desolado corazón de los hombres.

 

Por eso reclamo para mi tumba de rosado mármol

el epitafio digno de una célebre meretriz:

Verdadera madre, amiga, confidente, refugio de pecadores.

 


 
LA BOGOTANA
 
 
Mi hijo Jorge nació en la casa de Resfa,
pero se crió y se levantó con su padre,
hasta hacerse ministro
de la iglesia evangélica.
 
Me emocionó mucho en su primer sermón,
citando a Cristo sobre María Magdalena
y los lapidadores, cuando dijo:
“El que esté libre de culpa
que arroje la primera piedra”.
 
En el negocio de la vida aprendí
que no hay nadie en el mundo
libre de culpa.
La primera piedra es siempre la del más hipócrita.
 


 

FANNY

 

 

Vine a la casa de Resfa

después de haber sido mujer de Wilfredo,

un comerciante rico,

al que acribillaron a tiros en El Poblado.

En el negocio me enamoré de Darío,

el hijo menor de la patrona.

Cuando nació nuestra hija era blanca y pecosa,

siendo él bastante trigueño.

 

Dijeron que no era su hija,

y eso era cierto.

 

Termina siendo verdad

la mentira que se repite

 

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