miércoles, 10 de octubre de 2012

LA CASA DE RESFA No 3: Poemas de la vida, Carlos Mario Garcés Toro...



 
LA CASA DE RESFA
 
Poemas de la vida
 

 

 

EL GATO

 

 

Miau, miau...

 

Era el gato manchado de la casa

que abultaba y escurría su lomo elástico

por entre las columnas, sillas y mesas de la sala,

desde donde miraba, con sus ojos salpicados de destellos de oro.

Las muchachas le acariciaban el pelo

hasta dormirse perezoso entre sus piernas;

otras veces jugaban dando vueltas por la alfombra roja

donde uñas y ojos de gato y de mujer se confundían

con un mismo destello en la sombra.

Parecía conocer todos los secretos de la casa,

porque todo lo miraba desde su rincón:

ver mamar a la Boquechupo,

metérselo Adelfa por el culo,

mamarle la cuca a Elvia,

follar encerrados en el baño.

Él parecía saberlo todo, y como si no le importara,

a veces pasaba aburrido y de largo.

Una madrugada de octubre, en actitud hierática,

como deidad egipcia en la mesa de centro,

junto al jarrón de cristal negro con verdes pinceladas,

el gato repasaba la eternidad.

 


 

EL BRUJO
 
 
Tenía los ojos de un verde extranjero, el cabello rubio,
y colorada la cara.
Venía todos los viernes a las tres de la tarde a la casa.
Con una botella de aguabendita y una flor roja y una Biblia
marcaba en el aire las paredes con cruces,
diciendo que era para ahuyentar a los malos espíritus.
A las cuatro de la tarde encendía el incienso de yerbas
en una palangana esmaltada, a modo de pebetero,
y llamaba una por una a las muchachas,
que recién bañadas y sin calzones, envueltas en sus toallas,
abrían las piernas en medio de la pira de humo
que ascendía prisionero por entre sus muslos,
diciendo que era para que entraran los buenos espíritus.
A las seis de la tarde se sentaba,
pedía media botella de aguardiente,
llamaba a una de las muchachas más bellas,
y se encerraba con ella “a llenarla de suerte y de bienes”.
 
Finalmente, una malhadada tarde,
en su consultorio de brebajes y yerbas para el cuerpo y el espíritu,
el clarividente brujo dijo que una hermosa muchacha de quince años
estaba poseída por un demonio.
El padre de la muchacha creyó que el demonio era él,
y por eso lo mató.
 
Ninguna mujer de la casa fue al entierro.
Decían que era un falso brujo, un mentiroso,
que a todas se las durmió gratis con el humo del incienso.
 


 

MÓNICA LA HERMANA DE LAS GUTIÉRREZ

 

 

Yo era la cuarta de las hermanas Gutiérrez

que venía a “conseguir” en la casa.

 

Estuve en Italia y en Holanda,

donde a las muchachas y a mí

nos exhibían en vitrinas.

 

En el negocio me enamoré de Carlos Mario,

el nieto mayor de la dueña.

 

Hoy que ha pasado tanto tiempo,

si de pronto coincidimos en algún lugar,

vuelvo la cara para que no me vea.

Prefiero que me recuerde siempre bella.

 


 

CONVERSACION EN CASA DE NENA LA ROPAVEJERA
 
 
–Espere a que Amauly tenga  catorce o quince años
y pueda mantenernos.
 
–Y ella que espere a que su hija crezca
y pueda remplazarla.
 


 

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